Tres días. Tres días son los que Eva ha estado en la casa y, en ese tiempo, ha dado más juego que la mayoría de las macetas que tiene por compañeros en casi un mes de encierro. Anoche en el Debate de GH Catorce fuimos testigos de la expulsión de Eva por parte de la organización, más que merecida después de haber sido tan torpe de no ocultar su verdadera identidad ni siquiera por unas horas.
Eva ya reveló su nombre la misma noche de su entrada al referirse a sí misma como Eva y no como Ana (el nombre que se supone que tenía) y Susana, que a pesar de tener cara de tener que leer los carteles dos veces para entenderlos resulta que es despierta y todo, se dio cuenta de que algo fallaba y que la pizpireta joven que estaba sentada frente a ella era, en realidad, la novia de Danny. Vamos, que lo que Pamela y Conchi consiguieron hacer durante once días al hacerse pasar por la ficticia Rosa en GH9 (sin ser ellas un premio Nobel de Medicina precisamente), Eva no logró aguantarlo ni un par de horas.
Y con media casa sospechando de la identidad de la nueva, Eva siguió cagándola y llamándose a sí misma Eva, provocando un creciente número de sospechas en sus compañeros: Igor llegó hasta a decir “Eva” por si la joven reaccionaba a la llamada y Noe se hizo un Lis de GH11 al ir al confe a transmitir a la organización sus sospechas al respecto de Ana/Eva. Con este festival de despropósitos, Danny y las cómplices de la pareja (Miriam y Leti) se inventaron una historia para contar a sus compañeros, según la cual la chica se llama Ana Eva y desde siempre todo el mundo la llamaba Eva, como su abuela que murió. Traumatizada la chica por haber perdido a su abuela, decidió pedir a todo el mundo que se refiriese a ella como Ana porque, sólo de ir el nombre ‘Eva’, a la chica le daba un bajón de agárrate y no te menees. Y, claro, nadie se lo creyó.
Con su identidad revelada, Mercedes conectó anoche durante el Debate con la casa para anunciarle a Eva que estaba expulsada por no haber ocultado su identidad y a sus cómplices la fulminante nominación para la semana que viene, en caso de seguir en la casa. Eva reaccionó a tal noticia con un rotundo “Gracias a los que me habéis apoyado, ni el que es malo es tan malo ni el que es bueno es tan bueno. Ya podéis seguir con vuestra súper vida”, que su chico terminó de rematar culpando a sus compañeros de esa expulsión ya que, según él, si se hubiesen callado, nada de esto hubiera pasado. Vamos, lo que viene a ser un “asumir los errores” de toda la vida.
Tras eso, la casa entró en una espiral de drama y lloros digna de admirar: Eva lloraba en la habitación junto a Danny, Susana lloraba en el salón junto a la gran mayoría de sus compañeros, Iván y Miriam consolaban a la desolada pareja... Pero aunque los lloros de Susana venían por ser acusada directamente por Eva y Danny de la expulsión de la novia del DJ, en los de Eva se juntaba la propia expulsión con su verdadero temor: dejar de nuevo solo a su novio en la casa junto a la murciana con la que no para de ronear.
Destrozada por los celos y odiando a muerte a su rival cuando quien realmente tiene la culpa es su novio por dar pie a quien no debería dárselo si realmente respeta a su pareja, Eva le soltó una frase fulminante a Danny: “No quiero que comas con ella ni que duermas en su misma habitación”. Demoledor.
Y como ya sabemos que evitar a alguien en una casa de la que no puedes salir es tremendamente sencillo (entiéndase la ironía), el panorama que se dibuja ahora en la casa es de lo más interesante que hemos vivido en lo que va de GH: un triángulo amoroso de primer orden en el que él se sentirá permanente observado desde la lejanía por su novia quien, cual ojo de Sauron, analizará cada uno de los movimientos de su novio desde su Barad-dûr particular.
Es por eso por lo que no hay que echar a Danny. Seamos un poco avispados y dejémosle en la casa para que Eva se muera de celos y él acabe cayendo (que caerá) en las redes de Susana. Tiran más dos tetas...
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