Mudanzas




Hay que ver lo que llegan a agotar las mudanzas, oye. Que si ponte a empaquetar, que si qué hago con toda esa ropa que ya nunca me pongo, que si a ver qué hacemos con la comida de la nevera para que no se estropee… vamos, un drama. Mudarse significa coger todo lo que uno tiene, meterlo en cajas de cartón de leche Pascual que has pedido al pakistaní del súper de abajo para ahorrarte cuatro perras, embalarlo y sellarlo y, cuando ya está todo listo, mirarlo desde un par de metros de distancia y decir Ahí va mi vida.

Desde que nací, allá por el verano de 2006, he tenido varias casas. La primera de todas, en la que nací, estaba en Terra. En aquella época Terra era un portal de internet (flípalo, la gente iba a los portales de internet a hacer cosas) y mis progenitores, el equipo de Portalmix, formaban parte de esa mole tecnológica. Cuando me parieron, Portalmix negoció con Terra que me pusieran un apartamentito mono en las afueras (con esto me refiero a la URL que tenía el blog, que era más larga que una gala de La Voz) que yo, el Lunny, bauticé como Castigados sin tele. Y allí empezó mi verborrea.

 
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