GH Catorce: Esto no va bien

Mínimo de temporada (16,5% de share) y expulsión de la concursante que más contenido aportaba al día a día de la casa. Con este panorama tan poco halagüeño, Gran Hermano Catorce afronta una nueva semana con tres nuevos nominados (Edoardo, Argi y Susana, todos ellos más prescindibles que un cerebro en ¿Quién quiere casarse con mi hijo?), una nueva concursante con pinta de peluquera de provincias llamada Leticia y un nuevo malvado: Iván.

Vamos con la expulsión de nuestra rotunda amiga (o, como algunos lo han llamado, Liberad a Lorena). Como era de esperar, la estilista de uñas reaccionó al veredicto de la audiencia con bien de lloros y bien de drama (Miriam, en cambio, relinchó de alegría al saberse la menos votada), reacción que por supuesto no se atenuó cuando le metieron en la sala de expulsiones a Rafa, el gótico que amenizó su entrada en la casa junto con el teatrillo perpetrado por la falsa embarazada. Yo aún sigo sin entender por qué lo hicieron pero, en fin, los caminos de GH son inescrutables.

Ya en plató, convertida Lorena (toda ella) en un mar de lágrimas que ríete tú de Vega en OT2 y después de abrazarse con su madre como si no se hubiesen visto en dos décadas, tuvo que enfrentarse a su paso por la casa: sus ronquidos (con Mercedes Milá comparándola con “un cochino”, todo un detalle por su parte y el de su cardado), sus broncas con Igor e Iván, sus dramas, sus lloros... y la nominación de Juan Carlos.

La gruesa valenciana, sorprendida por el punto que le metió (con perdón) su bondadoso amigo, se limitó a reaccionar ante tal acto girando la cabeza, mirando hacia un lado y musitando un “Duele” desolador. Ah, qué prodigio y qué dominio del drama tiene esta chica, amigos. Ello provocó que se despidiera de Juan Carlos con un gélido “ya hablaremos fuera”, que el otro encajó diplomáticamente al saber que sí, que Lorena al fin sabía que él le había nominado.

Iván, que ya podemos decir que es el malvado oficial de esta edición, recibió también lo suyo por parte de Lorena, quien se despidió de él diciéndole “sólo una palabra: humildad”. El setentero joven se puso en modo Mila Ximénez y le deseó lo mejor para ella y su familia, no sin antes rematar con un “guapa” que sonaba de todo menos a eso mismo. Y es que después del incidente del no-manotazo que Iván se encargó de exagerar para forzar una expulsión disciplinaria a Lorena, preveo que a la que este chico salga nominado se irá de la casa cagando leches.

De vuelta a la casa, fuimos testigos del mamoneo que se llevan los dos intentos de parejita: por un lado, Danny y Susana se dedican a demostrarse su fraternal cariño metiéndose mano y magreándose con bastante alegría; actitud que supongo que a la novia entrega-ensaimadas del DJ no le hará demasiada gracia. De hecho, siempre me ha hecho mucha gracia la tendencia a sobarse que hay en Gran Hermano y me ha llevado a preguntarme por qué no nos sobamos todos de igual manera en la oficina, el metro o en la cola del súper. No sé, por probar.

Hablando caricias y roce, Kristian y Sonia siguen a la zaga con lo suyo. O más bien sigue Kristian en plan martillo pilón a ver si pilla algo, porque la canaria se está demostrando como una maestra en el arte de hacerle la cobra al pelocho; y es que ahora la odontóloga dice que tiene novio: Fíjate tú qué casualidades tiene la vida que te acuerdas de un novio que dices tener cuando tienes a otro maromo intentando tocar pelo conquistarte. Qué cosas.

Pero aún hay más, porque desde ayer tenemos nueva concursante: Leticia, una joven maestra vasca (aumenta así el clan euskaldun en la cas) así como muy buenrollera ella, que fue escogida por los habitantes de la casa frente a Pili, una joven madrileña con pinta de pretendienta de MYHYV y que la cagó con ahínco al ser “ola k ase” su primera frase para convencer a los concursantes de GH Catorce (hay que ser lerda).

Así las cosas, toca hacer una llamada de alerta: ojo con quien expulsamos, amiguitos. Ojo. Echar a Lorena ha sido un error garrafal, porque los pollos que orbitaban a su alrededor eran de órdago, pero aún estamos a tiempo de enmendar el error. Dejemos en la casa a los que dan contenido, a los que realmente juegan a Gran Hermano, y echemos a los que están allí como quien espera el autobús. ¿Alguien puede decirme algo reseñable que haya hecho Argi, además de parlotear? Pues eso.