GH12+1: Amargadas no, gracias

"Hola, soy una amargada y me gusta"

Se fue Azucena. Y mira, casi mejor. Desde el minuto 0 de la gala 1 (vamos, desde que puso un pie en esa cocina inclinada) Ariadna se convirtió en mi favorita y la perspectiva de verla fuera a la segunda semana digamos que no me era demasiado agradable. Pero finalmente la cordura acabó adueñándose de la audiencia, que decidió expulsar a Azucena, la amargada oficial de la casa.

Digo amargada por no decir víctima, rol que fue precisamente el que le reprochó Merceditas Milá y los muslámenes que le acompañaban por debajo de esa minifalda de cuero que lucía anoche. Azucena se largó con casi un 72% de los votos, y quien en esta ocasión tuvo la oportunidad de ir a plató, ver los vídeos y volverse a la casa fue Ariadna.

También tuvimos la oportunidad de conocer al sujeto que ha decidido, estando como están las cosas, invertir 69.000 euros —yo no sé cuánto dinero es eso porque para mí el fin de mes empieza el día 8— en el noble proyecto de entrar en la casa de Gran Hermano. Se llama Arístides (Aris, para los amigos), y es ese chico que hay detrás de una nariz mayúscula que merodea por los pasillos de la casa de GH.

Yo, la verdad, es que entiendo bastante bien el recelo de los actuales concursantes ante la entrada del zagal éste: me tiro yo meses ahí como puta por rastrojo de casting en casting para entrar en GH que es el sueño de mi vida (oye, cada uno tiene los sueños que tiene, qué le vas a hacer) para que luego venga uno talonario en mano y entre en la casa. Pues oye, no.

Le dijo Merceditas a Aris que su objetivo tiene que ser no salir expulsado a la primera semana. No lo veo yo tan claro. Entre que entra con novia y, por tanto, fuera del mercado (o al menos al principio, porque Noemí también entró con novio y mira cómo se le van las manos a las zonas blandas del italogallego) y que el joven es un pan sin sal que parece que hable como con el ralentizador puesto, no le veo yo muchas posibilidades de llegar demasiado lejos.

Otra cosa que ya se veía venir: no han superado la prueba. Y mira que han probado a derretir el cubit(az)o de mil maneras pero, oye, ni lamiéndolo. Desconozco si han ponderado la opción de mearse en él (algo que todos sabemos que derretiría el cubito rápidamente aunque los olores que dejase no fuesen los más agradables) pero el caso es que se quedaron sin compra semanal.

Pero los caminos del súper son inescrutables, y se les ofreció una alternativa a la hambruna total: montaron una especie de gincana vertical en el pruebódromo en la que colgaron jamones, chorizos y demás viandas aptas para el consumo de bípedos y les dieron tiempo a cada uno para que recogiesen lo que pudiesen. Hubiese sido divertido verles cómo se desvivían por agarrar una longaniza en minuto y medio, pero no… ¡les dieron 44 minutos!  Vamos, tiempo suficiente como para matar al cerdo, desangrarlo y hacer embutidos con sus vísceras.

Hay que decir que la gala no fue precisamente trepidante. Eso sí, os aseguro que verla con amigos, vino y gintonics ayuda.

¡Buen finde!