GH Catorce: El efecto mueble



¿Os acordáis de Melanie de GH11? ¿Y de Raquel de GH10? ¿De Laura Sevillano de GH8? ¿Acaso alguien le pone cara, así, de repente, a Arturo de GH12? Si habéis tenido que rebuscar en vuestra mente freak o, incluso, consultar en Google, no os preocupéis: es perfectamente normal. El concursante-mueble es algo tan inherente a Gran Hermano como los problemas de la Milá con el cue, los jadeos furtivos de dos concursantes bajo un edredón o los rebuznos de Belén Rodríguez en cualquier programa de Telecinco pidiendo la expulsión del concursante que ese día se le haya puesto entre ceja y ceja.

El origen del fenómeno concursante-mueble es difícil de datar pero yo, que soy muy echado p’alante en esto de sentar cátedra y de expresar cosas cuya certeza desconozco con una vehemencia que hace que a los oídos del receptor se conviertan en verdades irrefutables, he indagado y llegado a la siguiente conclusión: el primer mueble de Gran Hermano se convirtió, paradójicamente, en ganador. Sí, hablo de Sabrina.

El caso de Sabrina es tremendamente espeluznante: corría el año 2001 y la casa de Gran Hermano abría por segunda vez sus puertas para dar la bienvenida a un puñado de nuevos concursantes. Entre ellos se encontraba una granadina llamada Sabrina, cuyo rostro la gente olvidó a las pocas horas de instalarse en la casa. Tanto fue así, que hacia la parte final del concurso de repente resultó que eso que parecía una fregona vuelta del revés permanentemente parapetada tras unas gafas de sol negras abrió la boca. Y nada menos que para decir que estaba enamorada de uno de sus compañeros de encierro, Ángel (otro festival del humor con patas).

Así, de golpe, descubrimos que la chica esta había entrado en la casa el primer día (sorpresa número 1), que había llorado a mares por un amor no correspondido (sorpresa número 2) y que era más sosa que una tapa de patata cruda. El pasar desapercibida durante casi tres meses sumado al hecho de que sufría por amor cual adolescenta enamorada de su profe de conocimiento del medio o lo que sea que estudien ahora los jovenzuelos hizo que recibiera el favor del público catapultándola a la final y convirtiéndola en la ganadora de GH2 por delante de Fran, el peculiar ganadero de Barcarrota.

12 ediciones después, el fenómeno concursante-mueble ha sido una constante en Gran Hermano hasta encontrarnos ahora con que en la casa hay casi más muebles que concursantes: Echemos un vistazo al panorama. Dentro del sector “me distinguís del decorado porque parpadeo y hago pis de vez en cuando” encontramos a Nacho, Saray, Iván, Yéssica, Adrián o la aburrida de Raky. Vamos, casi la mitad de los concursantes (si tenemos en cuenta a los gemelos como una única e irritante entidad, claro).

Se da la casualidad de que esta semana están nominados tres de los concursantes random (Nacho, Adrián y Yéssica), con lo que ya podemos prever sin necesidad de ser Esperanza Gracia que la expulsión del lunes va a ser menos emocionante que una carrera de caracoles. ¿Quién tiene la culpa de todo esto, entonces? Pues nosotros, la audiencia, porque somos tan cortitos que en 13 años todavía no hemos aprendido que hay que echar a los concursantes que están en GH para ver la vida pasar y, digámoslo claro, hacerse un Sabrina Mahi.


¿Alguien me explica qué hace fuera gente como Igor, Miriam, Eva (que dio más contenido al programa en cuatro días que muchos de sus compañeros en varias semanas) o la sin par Lorena UnglesCuques? A Iván (el ochentero, no la masa de carne con ojos que hay ahora en la casa) le excluyo de la lista porque era realmente muy odioso pero, joder, ¿no nos damos cuenta de que vamos a conseguir que lo más interesante que pase en la casa sea la aburrida relación entre Kristian y Sonia?

El alarmante panorama de concursantes apáticos y abúlicos pide a gritos lo que es ya un clásico de las últimas ediciones de Gran Hermano: la repesca. Teniendo como tienen una casita aledaña muerta de risa, yo metía allí dentro a unos cuantos de los expulsados durante una semana entera para que nosotros votásemos por internet a ver quién debe entrar.

Porque entrase quien entrase, al menos tendríamos garantizada una semana bien entretenida entre puyas y acusaciones varias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no no la culpa no es nuestra. La culpa es de la dirección de casting que tienen menos vista que un topo

lunny dijo...

No te quito yo la razón, anónimo amigo, porque con las últimas incorporaciones el equipo de casting se ha cubierto de gloria...

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