Gitana, ¿tú me quieres?


"Encarna, hueles a after shave"
No es que por titular este post igual que uno de los libros de Mila Ximénez pretenda yo ponerme a la altura de la mujer que hizo que los calificativos mala, oscura y siniestra fuesen de la mano hasta el fin de los días, no. Todo viene porque yo, igual que varios millones de españoles, estuvimos anoche pendientes del primer episodio de Mi gitana.

Mi gitana. Ya con ese título la cosa prometía más que una fiesta en casa de María Jiménez. Y no sé a vosotros, pero a mí no me defraudó en absoluto. Anoche fuimos testigos de todo lo que tiene que ser un telefilm: que vaya al grano, que no se entretenga en pavadas como la infancia (que no nos interesan a nadie) y que se centre en lo grumoso, en lo fangoso, en lo que hace que se agoten ejemplares del Hola.

Si hay algo que tiene la Pantoja (dicho sea de paso, que acabo de caer en que en dos párrafos todavía no he mencionado quién es la gitana de las narices) es una especie de triunvirato de relaciones peliagudas que le persiguen y le perseguirán hasta el día en que críe malvas: Encarna Sánchez, María del Monte y Julián Muñoz. Y anoche ya les vimos a todos, de una tacada.

A pesar de que la única persona que se parece en algo a alguien es la actriz que interpreta a Isabel (el que hace de Jesús Gil debería llevar un cartelito o algo), tengo que reconocer que sentí pavor ante la tremenda maldad que le imprimen al carácter de Encarna Sánchez. Esa mirada, esa permanente aura de mala leche, esa sensación de poder absoluto, esa pinta de oler a Varón Dandy

Pensaba yo anoche que suerte que Encarna no tuvo descendencia, porque hoy estarían contentos ante el retrato de la moderadora de La mesa camilla. Memorables fueron las escenas en las que Encarna le presenta a la Pantoja a María Navarro (la que viene siendo su pitbull particular), la que la madre de la Pantoja casi le llama bollera a la cara por juntarse con ‘esa degenerada’, o en la que Encarna se pone gafas de moderna mientras le dan la quimio en Francia. Muy trash todo.

No sé vosotros, pero yo sentí hasta miedo cuando la Pantoja vuelve a su casa de la Moraleja después de acabar beoda perdida en el casino y durmiendo con María del Monte (toma castaña) y va y se encuentra a Encarna en su salón pidiéndole explicaciones de sus idas y venidas. Qué momento, oigan.

Lo que sí eché de menos (aunque sé que eso hubiese encendido las llamas del infierno, como mínimo) fue una escena de tórrido delirio sexual entre la Pantoja y Encarna al estilo de la de Bárbara Rey y Rocío Dúrcal en Me siento extraña, este tostón mañanero que ambas protagonizaron allá por la época del destape.

Si no estoy mal informado nos quedan todavía dos capítulos más de Mi gitana, así que la cosa promete… ¿visteis la miniserie? ¿Qué os pareció?

1 comentarios:

Anónimo dijo...

yo no la vi, porque estoy super enganchado a quien quiere casarse con mi hijo(por cierto haber si le dedicas un post jejeje), pero tubo una audiencia muy buena y si yo tb tengo entendido q quedan 2, pero ahora el que interpreta a paquirrin, no se le parece ni en el blanco de los ojos jajajaja

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