"No lo sabéis, pero en realidad me llamo Pilar Sánchez" |
Así sí, España. Por fin hemos aprendido. Y no, no me refiero
a dejar en la casa de Gran Hermano a los concursantes conflictivos y echar a
las macetas: me refiero a escoger algo decente con lo que ir a Eurovisión.
Estaremos jodidos, con más paro que alemanes hay en
Mallorca, con la prima de riesgo disparada, con el déficit alarmantemente alto,
sin dinero para irnos de vacaciones, con recortes que dentro de poco provocarán
que la cita para el médico no se dé, sino que se sortee, o con políticos
nefastos y usureros que sólo miran por su propio bolsillo. Pero, al menos,
llevamos algo decente a Eurovisión.
Y es que el renacer eurovisivo llegó con David Civera (6ª
posición con ese Que la detengan), se consolidó con la apoteosis de Rosa y sus
12 millones de españoles viendo el festival y comenzó a decaer cuando, después
de Ramón, nos dio por mandar a las Son de Sol (que ahora deben ser cajeras en el Mercadona) con Brujería. Tras ellas ha
habido cosas como Las Ketchup, D’Nash, Chikilicuatre, el inmenso bluff de
Soraya —a nadie le gustó que se vistiese de patinadora e hiciese la croqueta
por el escenario—, Daniel Diges o el esperpento de canción que le pusieron a la gran Lucía Pérez.
Quien hará todo esto (que parece poco pero no lo es) es
Pastora Soler, la que pasará a la historia por parir canciones como Corazón
congelado, Moliendo café o La mala costumbre, conocidas sólo de Toledo para
abajo. Fue elegida a dedo por TVE pero su canción, Quédate conmigo, ha surgido
de la mayor expresión de la democracia. ¿El sufragio universal? No, el televoto.
Quédate conmigo lo tiene todo para petarlo pero bien en Bakú.
Para entendernos, es la canción por la que Coral Segovia
hubiera vendido a su madre. Tiene fuerza, crescendo, recuerda al Vuelve conmigo de Anabel Conde con el que debimos ganar en 1995 y acaba en una apoteosis de
gritos y florituras vocales que puede hacer caer bragas en Azerbaiyán.
Dice Pastora Soler que aspira a ganar (mejor aspira a estar
de la mitad p’arriba, que hace eones que no conseguimos eso) y que teme no
recibir puntos en Eurovisión. Pero vamos, que está encantada y que tiene como
referentes a Massiel (bien, siempre y cuando no te des a la bebida antes de
cantar y salgas al escenario como Nati Mistral en una cata de vinos) y a Soraya
(tú verás con los referentes que te coges, guapa).
Sobre sus hombros recae el peso de hacer que España vuelva a
ser tenida en cuenta en Eurovisión, al menos para que al día siguiente del
festival no se alcen voces pidiendo que dejemos de participar (a ver si no con
qué coño me entretendré yo en los fríos meses del año).
Ahora sólo falta que no la caguen con unos arreglos
horteras, un estilismo imposible, una iluminación deplorable, una promoción
inexistente o una coreografía de Poty.
4 comentarios:
jajaja que bueno lo de coral, a mi la cancion me encanta, si no quedamos bn este año, es que en eurovision no nos quieren y nunca jamas volveremos a quedar entre los 10 primeros, porq la cancion buena es y pastora la interpreta a la perfeccion
Qué gran artículo! Pastora dijo cuando la eligieron que llamaría a Soraya para que le diese consejo. Aunque a título personal creo que es mejor que llamase a Lucía Pérez, que quedó fatal pero se lo tomó la mar de bien
Aquí y ahora reivindico el papel de Soraya en eurovisión! como buena española se tomó fatal la derrota pero para mi que lo hizo genial
JAJAJAJAJA ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAA! la parte de Coral no pudo haber sido mejor jajajaa enhorabuena
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