Iba yo hoy para el trabajo con Adele en
el iPod cuando he reparado en que había algo diferente en la calle
respecto a las semanas anteriores: mochilas. Y críos pegados a
ellas. Y párpados pegados a esos críos, que eran arrastrados por
sus progenitores para devolverles al redil escolar y que así dejen
de tocar los cojones a los yayos en casa sigan labrándose un futuro
para ser hombres y mujeres de provecho en esta sociedad que bla, bla,
bla.
En realidad, el día de hoy es una gran
putada: es el día en el que los niños recuerdan que todo lo bueno
se acaba, que los periodos vitales se dividen entre vacaciones y todo
lo demás, que madrugar es una mierda y que hasta que tengas achaques
y principio de cataratas vas a estar currando o buscando de qué
currar. Pero hay algo bonito en la vuelta al cole, queridos fanes y
fanas. ¿Reencontrarse con los amiguitos? ¿Los corticoles? No. Que
la tele vuelve a ser normal.
En septiembre las cadenas dejan de
emitir programas con coletillas supuestamente refrescantes y/o
veraniegas (El programa del verano, Mójate, etc.) para volver a lo
de siempre, los presentadores vuelven a capitanear sus programas con
más moreno (Matías Prats), más kilos (Jorge Javier), más
operaciones (Ana Rosa), más pelazo (Mariló) o más entusiasmo
(Pablo Motos). La tele vuelve a lo de siempre y el verano pasa a ser
una cosa así como olvidada, de hace tiempo, a pesar de que todavía
haga un calor que nos derrite los empastes.
A mí la verdad es que septiembre
siempre me ha gustado. Mejor dicho, me ha gustado a partir de la
tercera semana, que es cuando todo vuelve a ser normal y no tienes
que hacer malabarismos con tu vida para adaptarte a las vacaciones
del fontanero, a las jornadas intensivas de los clientes (es una ley
no escrita que todo el mundo haga jornada intensiva menos tú, que
sigues yéndote de la oficina un viernes de agosto a las siete de la
puta tarde), a los niños que las abuelas desquiciadas llevan al
mercado porque no saben qué hacer con ellos, a los turistas que se
agolpan en formación de ramillete junto a la parada del bus
turístico a pesar de que tú llevas en ‘on’ el modo oficina y
les pegas empujones para que se aparten mientras vociferas ‘sorry,
sorry’…
Ese es el septiembre que empieza ahora,
el que mola, y a partir del cual las cosas vuelven a su cauce. Y me
gusta a pesar de que en este septiembre no se vislumbre todavía el
inicio de la nueva edición de Gran Hermano. Bienvenidos a
septiembre, majos, a la tele que mola.
(¡No, no vi Cheers, estaba de cena!
Aunque viendo vuestros comentarios, la verdad, casi que tampoco me
arrepiento demasiado de no haberlo hecho. A pesar de todo, la semana
que viene intentaré verlo un ratejo… antes de que empiece Pekín
Express, claro).
4 comentarios:
lunnyyyy q alegria me da verte de nuevo por estos lares, sin tus comentarios la tele estaba huerfana, y opino lo mismo que tu, viva septiembre!!
No vuelvas a irte!! :)
Odio este momento de Septiembre, donde las presentadoras de la tele creern que el verano ha pasado porque se meten en sus platós con Aire acondicionado, pero nosotros seguimos sufriendo el calor. Odio ese Septiembre donde pronto empezarán las lluvias torrenciales y los atascos y las vueltas a la rutina. Pero me encanta este Septiembre por la tele. Solo me quedo de este Septiembre por la tele. La programación es lo que tiene, un yoquese que hace que vuelvas del chiringuito y te apetezca sentarte delante de la caja tonta a volver a disfrutar. (Relato tipico de Best seller, no me lo niegues)
No te lo niego! Fenomenal relato, Diablo154. Y gracias Ani y Anónimo, no contemplo volver a irme xD
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