Reposiciones, hombre ya

En este país amamos las reposiciones; esto es así. Nos gusta que después de un episodio de estreno de Aída nos casquen uno repetido de hace como dos temporadas y media y que luego emitan otro no consecutivo con el anterior pero posterior en el tiempo. Yo estoy seguro de que esto lo explicamos a alguien de fuera y se nos queda mirando con cara de seta.

Pero en España somos así, de aprovecharlo todo y de emitirlo en el orden que nos sale de las narices, y el respetable –nosotros- nos lo tragamos religiosamente y encima damos palmas cuando repiten ese episodio que tanto nos gusta y cuyos diálogos ya nos sabemos de memoria.

Pensad en Antena 3: ¿cuántas veces habremos llegado a ver los capítulos de Cosas de casa? ¿Cuántas veces habremos visto a Carlton Banks bailar el It’s not inusual de Tom Jones? Pero lo mejor de todo… ¿cuántas veces habremos visto el episodio en el que Homer Simpson decide engordar hasta los 150 kilos (más o menos lo que pesa Terelu antes de merendar) para conseguir la incapacidad? Zillones de veces, exacto.

Pensé en todo esto el otro día mientras llevaba a cabo mi actividad favorita de antes de ir a dormir: ¿cepillarme los dientes? ¿Pasar la mopa? ¿Hacer yoga con un vídeo de Jane Fonda? ¿Tirar la basura desde el balcón cuando pasa el camión de la ídem? No, amigos… ver reposiciones de Aquí no hay quien viva / La que se avecina.

Sí, soy muy fan de comerme con patatas episodios de estas dos series, incluso a veces ir saltando entre FDF y Neox para no perder comba de ninguno de los dos. Y aunque pueda parecer una locura, la cosa les funciona. Consiguen audiencias que ya para sí las quisiera Cuatro repitiendo hasta la náusea episodio tras episodio; día tras día.

Y es que no hay mejor manera de irse a dormir que con una sonrisa en la cara (bueno, sí que la hay pero esto lo leen menores de edad), especialmente si es después de un episodio en el que sale Loles León. Pero, ah, amigos, en Neox son unos cabrones y me ponen el capítulo de Paloma casi a las dos de la mañana. Y eso no se hace.

No se hace porque servidor se levanta a las 7.20 de la madrugada y, como yo me he leído muchas revistas de tías en mi infancia (iba mucho al dentista y oculista y prefería coger los Diez Minutos de la sala de espera que el Don Balón, así me ha ido en la vida) yo necesito dormir entre seis y ocho horacas para estar así de lozano y chispeante y escribir estos posts tan majos que os alegran la tarde y le devuelven el sentido a vuestra vida (es un decir).

Yo soy de ese tipo de personas que, cuando algo me gusta, me lo meto en vena hasta que se me giran los ojos del revés, y es por eso por lo que no me pierdo un puto capítulo de Los Simpson y rujo cual león del Serengeti cuando alguien osa cambiar de canal para ver cualquier cosa menos interesante (es decir, todas).

Total (que me estoy yendo tanto por los cerros de Úbeda que voy a acabar en Alcobendas), que viendo los resultados de audiencia deduzco que debe haber bastante más gente tarada como yo que disfruta viendo series cuyos diálogos se sabe de memoria y que, encima, los corea a la vez que los personajes.

Y es que no deja de sorprender que tengamos en nuestras teles más de sesenta jodidos canales y acabamos viendo reposiciones de Aquí no hay quien viva.

(Nota: ni ayer ni hoy hay foto en el post porque lo estoy subiendo de estrangis en el curro, que estoy con mucho lío vespertino y no llego a casa a las sopotocientas. Les añadiré foto, promised!)