Quería dedicar el post de hoy (sí, de hoy, porque pretendo hacer uno así grandote cada día, fíjate tú qué odisea, Mari) a una de las aficiones que alegran mi primera mitad del año: ¿la cría del aguacate? ¡No! Eurovisión.
A pesar de que no llego a niveles de eurofanismo capaces de deciros de memoria el nombre de la canción neerlandesa de 1984, sabéis los que me leéis desde hace años que soy moderadamente fan de lo que viene siendo Eurovisión y que los meses previos al festival son los que más me divierten.
Hoy la noticia es que RTVE ya ha publicado el videoclip de Que me quiten lo bailao, esa canción mierdera hasta el hastío que tiene que defender una cantante de pro como lo es Lucía Pérez. Y como en TVE tienen la misma visión comercial y difusora que mi vecina la del segundo, han decidido no permitir el embed en la versión completa del videoclip que se ve en RTVE.es pero, eso sí, nos dan un preview de un minuto en Youtube que, en honor a la verdad, ya vale para ver que no vamos a conquistar Europa con eso.
Mientras tanto, el resto de continente sigue como pollo sin cabeza en busca de la canción que le reporte la victoria, el prestigio o vete tú a saber el qué. Y la cosa es de un desolador que asusta, porque de momento ya son varios los países que tiran de refritos y/o viejas glorias: Israel recupera a Dana International –que de lejos parece a una de las Azúcar Moreno-, que después del Diva vuelve con Ding dong.
Por Alemania vuelve Lena después de ganar el año anterior, los ingleses han decidido recuperar a Blue (!), esa boy band de saldo nacida a rebufo de Take That, Boyzone o Westlife que tenía la particularidad de tener a un negro en sus filas (algo que se llevaba mucho en las girl bands británicas hasta que llegaron las Girls Aloud).
Tendencias étnicas aparte, el festival de este año se presenta deprimente. Mi eurofan de referencia me comentó el otro día mientras veíamos la repesca de la preselección sueca (sí, mis amigos y yo somos así) que este año hay pocas canciones que sean de esas de que se te caen los genitales al suelo, y él muestra entusiasmo por Hungría: una canción así como de mucho empaque verbenero-gayer con un título que me veo incapaz de reproducir pero que os embebo aquí para que veáis lo majo que soy.
Yo, por mi parte, sigo depositando mis esperanzas en Suecia, que mañana elegirá a su representante. Y aunque la preselección de este año está siendo de las peores que se recuerdan, servidor apuesta por Popular, de Eric Saade, un mozalbete imberbe que promete levantar las bajas pasiones del fan eurovisivo medio.
Sin embargo, mi favorita es esta zagala, Linda Bengtzing, una ex triunfita de cuarta (vendría a ser como la Mimi de Suecia, para que os hagáis una idea) cuya carrera se basa única y exclusivamente en canciones para Eurovisión que nunca acaban ganando. Su propuesta para este año es E det fel på mig, que el Google Translate dice que significa Es lo que me pasa. En fin.
Por cierto, que podéis conocer las razones de mi devoción por la música sueca en esta playlist tan maja de Spotify que me hice el otro día. ¡Hala, buen finde, caritines/as!
2 comentarios:
Ya decia yo que tardabas mucho en empezar con tus posts eurovisivos de los que soy fanérrimo como el que mas (: Los espero ansioso! por cierto, dana international no está tan mal, tiene su punto (la canción mentes sucias) ;)
Apostaría por un 'LoreLoreMacuMacu' que al menos nos divertiríamos viéndolo; porque sí, a mi abuela le encanta el 'Que me quiten lo bailao' de nuestra maravillosísima(nótese la ironía)representante, pero creo que al resto de Europa no le apasionará tanto.
A ver que pasa...
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