Siempre que pienso en El Diario me acuerdo de una historia
que cuenta siempre una amiga mía, que tiene los glotniks de admitir que sí, que
ella ha llorado con El Diario (cuando era de Patricia).
Cuenta que mi amiga que se encontraba en uno de esos días
imbéciles que todos tenemos cuando puso la tele al volver del trabajo y se topó
con El Diario y una de esas historias tan humanas y tan de todo que acababan
haciendo que Patricia Gaztañaga se mease de risa con la desgracia de la
testimonio en cuestión.
Sin embargo, en esta ocasión la protagonista era una chica
gitana, más maja que las pesetas, que había traído a su madre para agradecerle ante
toda España (léase con acento de Estela Reynolds haciendo de pitonisa) la labor
que había hecho con ella y sus chorrocientos hermanos, a saber:
Nacidos y criados en un barrio de chabolas, los hijos de
esta buena mujer (una gitana grande, gorda y ciega) se sacaron todos una
carrera y en ese momento vivían bastante desahogadamente, y todo gracias a la
valía de la madre para que salieran adelante y se labraran un futuro. Y claro,
cuando la gitana madre escuchó todo esto se puso a llorar como una loca, con
ella la hija, con la hija el público… y con el público mi amiga, en su casa,
sola. Sí. Llorando con El Diario de Patricia, Mari.
Hoy no he podido evitar recordar esta historia a medio
camino entre el melodrama y el surrealismo de Museo Coconut cuando he leído un tuit de un tal Sergi Adell, redactor de El Diario, en el que sentenciaba lo
siguiente: “'El Diario' cierra sus puertas en Antena 3. Después de tantos años
trabajando aquí, siento una gran pena...”. Y sí, oigan, será una pena, pero
tampoco es que nos coja por sorpresa.
Viendo los estratosféricos resultados que están logrando en
las tardes de Antena 3 concursos como Atrapa un millón o Ahora caigo era de
esperar que la cadena quisiese seguir manteniendo el éxito que tantos años le
ha costado encontrar que arriesgarse a hacer volver a la pizpireta Sandra
Daviú y empeorar los resultados de la franja ante el temible
Pasapalabra.
La pena es que con la marcha de El Diario se nos va uno de
los mayores escaparates de gente que quiere reencontrarse con sus hermanos
perdidos, sujetos que quieren declararle su amor a su cibernovia (sí, todavía
existe este concepto), madres que quieren decirles a sus hijos que recojan su
cuarto, señoras que quieren decirles a sus maridos que les toquen un poco el
culo de vez en cuando o individuos que dicen ser los perfectos imitadores de su
ídolo de turno y que buscan su minuto y medio de exposición mediática.
Pero lo más lamentable es que ya no habrá más hombres que de
noche son “píííícara”, ni señoras rebozadas en toalla que le dicen al marido
que son su loba (o tigresa, o gatita, o leona, o sepia, ya no me acuerdo), ni
iletrados que llevan a su amiga la fea al programa para llamarla fea delante de
todo el mundo… vamos, que nos perderemos los momentos gloriosos que nos daba El
Diario porque, sí, amigos, El Diario daba momentos gloriosos.
Yo recordaré este programa con cariño, especialmente porque
es el último programa de testimonios que queda en la tele que valga la pena
(hay subproductos amables en 13TV pero que no molan tanto ni de lejos) y porque
ya habíamos conseguido que la gente invitada a El Diario dejase de llamar
Patricia a Sandra Daviú. DEP.
2 comentarios:
es una pena, que se acabe, yo me quedo con el dia en el que fue, al que le llamaban el "primo de david civera" ese que decia que a su cibernovia la embarazaron con una jerunguilla jajaja, lo que me pude reir, en fin, DEP
si ese fue bueno, pero para mi sin duda el mejor fue el de la historia de los 23 cm jaja xdxd no esk lo siguiera mucho, pero ha tenido unos momentazos increibles. DEP
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